Extrañarse a sí mismo




Soy una pelea de relatos surrealistas escritos por la pata izquierda de un Mendieta con pocas pulgas. La impotencia de quien quise ser, la nostalgia del que dejé de ser y la burla del que no seré.

Soy contingencia, un recuerdo de cada instante, la memoria selectiva del tiempo que me conviene para tolerarme. Soy al que le da ganas de dormir cuando pierde el interés en la vigilia y no por estar cansado. Soy el que se siente feliz porque desea y no porque se le cumplen sus deseos

Una manchita rosada que desaparece en la aureola de tu pezón cuando tienes frío. Una manchita blanca como la luna en el terso cielo de la mañana.
A cada rato, a cada cambio de piel, dándole ganas de vivir al sol por dejar que me ilumine y explicándole al oro que su valor no debe venir porque brilla cuando se lo franelea o porque es maneable cuando se lo manipula en caliente, sino porque tan sólo es escaso o simplemente es el “Cuento del Tío” de algún alquimista.

Soy una búsqueda constante de mi identidad que por suerte no la puedo hallar. Un ramillete de ideas cotidianas que encuentran sus anversos.

Todo lo que cuento de mí y se pelea con el esencialismo que me contaron sobre dónde vengo y a donde tenía que ir. Un entrañamiento que practica el arte de extrañase a sí mismo en la otra vereda del sentido común, para abrazar la inseguridad y hacerse amigo del sosiego.

                                         


Por Mariano Frigini

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