Hacedor de asados

No se burle de mí. Yo sólo soy un hacedor de asados. 
Los grandes asadores no asan tan fiero como yo.
Lo que sucede mi amigo es que usted como tantos otros fueron engañados por la magia que practico tan profesionalmente cual ilusionista de las Vegas. Eso es algo que jamás lo encontrará en un restorán argentino.

Ojo no se equivoque, que soy leído en el tema más bien no tengo estudios formales, tan sólo prestaba atención a mi padre cuando le preguntaba si lo podía ayudar en algo: Ya me estás ayudando. Estás mirando cómo se hace el asado…contestaba.

Respuesta difícil de comprender a temprana edad pero muy significativa cuando uno recuerda con el corazón, valga la redundancia, ante la inquietud de la inexperiencia frente a la parrilla, donde uno se pregunta “cómo lo hubiera hecho mi viejo”

 

Y volviendo al tema que seguro ha de perturbarlo quiero dejarle en claro que no uso ingredientes secretos de yuyos raros o carnes fabricadas de Feedlot por científicos locos. Sin embargo cuando pruebe mi asado sentirá el deseo de pagar por cada bocado.
Yo soy un hacedor de asados pero un mal asador, no se confunda mi amigo. Tengo presentes reglas morales y éticas transferidas culturalmente desde mis ancestros que refieren a técnicas y modales que van desde la higiene hasta el respetuoso uso la temperatura sobre los alimentos.



Así pues le voy revelar, para su calma y buena digestión, que el sabor de éstas carnes asadas que tanto le conmueven a su paladar están maceradas previas a su cocción por una mezcla de emociones y ahí es donde nace el verdadero hechizo que lo engatusa.
Las emociones juegan con su paladar como lo hacen en una degustación de vinos cuando te dan de beber acompañado de un trozo de queso y así tapar cualquier defecto o cuando te lo sirven con una rodaja de manzana para realzar los mismos.
Debido a esto, un día tuve una revelación: nadie hace asados para uno mismo, siempre lo hace para los demás. Un intercambio comercial donde la moneda son las emociones: placer por aplausos, gula por charlas de verdad al lado del fuego que todo lo normaliza...



 Esta nueva verdad que le muestro para mi es tan mística que ha convertido el arte culinario en un culto religioso de cada domingo. Donde los pecados y los milagros se asan a fuego lento y se brindan con el vino que tu amistad y cariño soporte.
 No se burle de mí. No soy un gran asador. Yo sólo Comprendí que hacer un asado es dar amor. Es por eso que sólo soy un hacedor de asados.

Por Mariano Frigini

Entradas populares de este blog

Me decidí y le dije a mi madre: ¡Soy heterosexual!

Los gatos de Pavlov

Polvo para dejar huellas